Hace un tiempo, un señor, llamado Manolo vivía en una casa real.
Era el típico señor de bastón y sombrero de copa, pero un día se cansó de vivir así.
Quería conocer mundo y ver otras cosas que no fuera su enorme mansión.
Así que un buen día Manolo hizo las maletas y exhaló su último suspiro en la casa real.
Desde luego solo tenía la ropa con la que se fue, unas tortitas, agua, algo de aceite, una camisa de franela y un pequeño camping/campamento portátil. El, que vivía en una gran ciudad quería ver cómo era la vida en un pueblo.
Aunque veía un poco mal quería con todas sus fuerzas ver el pueblo. Así que de muy buena gana emprendió el viaje,
El pueblo más cercano era Villa Mora, un pueblecito agrícola, pero estaba a 50 km de distancia. Y se fue camino del pueblo, se empezó a hacer de noche, entonces cayó en lo que se le había olvidado una linterna, y un abrigo, hacía algo de fresco.
Por fin consiguió montar el campamento, tenía frío no había luz, pero todo eso era intrascendentes comparado con sus deseos de ver el pueblo, así que se durmió.
Por la mañana siguió el camino, en vez de ir por la calzada fue por la tierra, a Manolo le pareció ver después de mucho camino el pueblo, pero no era un montón de frondosos árboles, luego le pareció ver un huerto, pero eran arenas movedizas, y luego en vez de ver un coche, le pareció un camello y por poco le atropella.
Manolo decidió dejar su búsqueda, para volver a su casa, y no sabéis lo que se alegro en volver, y nunca más volvió a irse de casa.
jueves, 21 de febrero de 2008
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