viernes, 23 de mayo de 2008

Historia de Jesús e Iván

Los altavoces repetían una y otra vez el estridente sonido del chiqui-chiqui.
Era horrendo porque desde donde estaba yo el sonido era enorme.
Un poco más y me caigo hacia atrás.
Menudo grito, pero la verdad es que no se me ocurre una mejor idea que poner el chiqui-chiqui para la fiesta de fin de curso.
De repente y sin que nadie lo notara Iván empezó a rascarse la oreja, luego la pierna y arrastrando los pies de derecha a izquierda se fue yendo por las escaleras de arriba.
¿Mmmff? Que raro, mientras todo esto pasaba el chiqui-chiqui seguía sonando.
Y todos bailando como posesos, la verdad a mi me hubiera gustado bailar pero necesitaba descubrir el misteeeee….
Todos me cogieron para hacer la ola y seguí con la fiesta, pero poco después Jesús empezó a hacer lo mismo entonces si que tenía que descubrir lo que pasaba.
Les seguí, ¿Qué podría ser tan misterioso?
Entonces se dirigieron a un camión de lays, se montaron pero ni se percataron de mi presencia, estaba agarrado al pomo de la caja del camión (la ventaja de ser estrecho me permitió apoyarme en la repisa).
Llegamos a un lugar misterioso, de noche, y ¡Eh! Yo he estado aquí antes, increíblemente todavía seguía escuchando el chiqui-chiqui, retumbaba en mi cabeza.
Si, estábamos en molinos en el campamento de las grutas de cristal, allí estaba yo en el parque mirando discretamente a los dos, se bajaron del camión y forzaron la puerta de la cafetería.
De pronto…¡Oh, no! Ya esta bien del chiqui-chiqui, esa música volvió a sonar y se oían los ruidos de…¡Mujeres!
Que debía hacer, acercarme o irme, correr el riesgo a escapar…
La curiosidad me podía y eché una ojeada.
Quise gritar pero no pude, junto a esos dos, había una oleada de chicas conejito y mientras ellos comiendo muslos de pollo. ¡Hay que correee…! Pero antes de que pudiera escapar me habían atrapado.
¡No, no socorro! ¡No quiero estar rodeado de mujereeeeeees!
Mi peor pesadilla se había hecho realidad.

Me desperté por la mañana con los músculos doloridos y múltiples besos en la cara, me despertó una cubetaza de agua.
-¡Eh! Spooky, dijo Victor enérgicamente, vente a jugar, tío que con el altavozazo te has quedado transpuesto.
¿A si, de veras?
Eso es lo cree la gente pero… se muy bien lo que ocurrió.
Así que pensado eso miré hacia atrás y como si hubiera una cámara, hice el típico final de dibujos animados, guiñando un ojo.
Y la fiesta, siguió, siguió y siguió, pero a los que nunca más voy a seguir son a Jesús y a Iván.

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