Hace tiempo vivía una niña que se llamaba Marieta era obediente por lo general.
Un día su madre la envío a comprar hígados, por el camino se encontró con sus amigos y se quedó jugando. El tiempo se pasó y la carnicería se cerró.
Marieta decía: -¡Ay! ¿Que voy a hacer ahora? Han cerrado la carnicería y no puedo comprar hígados-.
Su amigo más lista dijo: -El señor Agustín está esperando a que lo entierren, róbale los hígados-.
Una vez ya robados, regresó a casa y se echó a dormir. De repente oyó una voz que decía:
-¡Marieta, devuélveme los hígados que me has quitado! Marieta estaba muerta de miedo y respondió:-¿Qui-qui-quién anda ahí?-.
Su abuela para tranquilizarla le decía: -Calla, que se irá-. La misteriosa voz dijo: -No me iré Marieta ya estoy en la primera escalereta-.
Así hasta la novena escalera.
Por fin, el fantasma se acerco a Marieta, le agarró
el brazo y exclamó:
Un día su madre la envío a comprar hígados, por el camino se encontró con sus amigos y se quedó jugando. El tiempo se pasó y la carnicería se cerró.
Marieta decía: -¡Ay! ¿Que voy a hacer ahora? Han cerrado la carnicería y no puedo comprar hígados-.
Su amigo más lista dijo: -El señor Agustín está esperando a que lo entierren, róbale los hígados-.
Una vez ya robados, regresó a casa y se echó a dormir. De repente oyó una voz que decía:
-¡Marieta, devuélveme los hígados que me has quitado! Marieta estaba muerta de miedo y respondió:-¿Qui-qui-quién anda ahí?-.
Su abuela para tranquilizarla le decía: -Calla, que se irá-. La misteriosa voz dijo: -No me iré Marieta ya estoy en la primera escalereta-.
Así hasta la novena escalera.
Por fin, el fantasma se acerco a Marieta, le agarró
el brazo y exclamó:
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